26 de enero de 2009

SOBORNO IMPERIAL

Publicado en el Diario Útima Hora el 24 de enero de 2009

El caso Siemens puso al descubierto la falacia que los países del primer mundo se encargaron de “exportar” desde tiempos inmemoriales: que los grandes actos de corrupción eran “productos de marca sudaca-latina”

El 15 de diciembre de 2008 la conocida empresa alemana Siemens, vinculada a las telecomunicaciones, se declaró culpable de soborno y corrupción.

La misma recurrió a éstas vías para alzarse con importantes contratos en Alemania y en los EEUU y, a través de éstos, en muchos países de nuestra región, incluido Paraguay.

Finalmente, acordó pagar multas de US$ 800 millones en EEUU y de US$ 540 millones en Alemania.

El operativo “pague la coima y adjudíquese el contrato”, de la forma que lo hizo la Siemens, para algunos analistas fue casi un dejo de inocencia.

Y es que la compañía habilitó en pisos exclusivos, en los mismos edificios donde funcionaban sus respectivas sedes, tres oficinas a las que llamaban “escritorio de efectivo”.

El acceso a éstas dependencias era privativo para los empleados que llegaban con maletines vacíos para llenarlos de dinero.

Estos podían retirar hasta un millón de euros con el fin de obtener contratos para la división de equipos de telecomunicaciones de la Siemens.

Pero lo que más sorprendió a los investigadores fue que nadie atinó en hacer mayores preguntas.

Los mismos gerentes aprobaban las partidas de dinero que se solicitaban.

Incluso la compañía dedujo impuestos hasta 1999 asentando los sobornos como “gastos útiles”.

Fue así que alrededor de US$ 67 millones salieron sin problemas de las arcas de la compañía entre 2001 y 2004.

No había complejas estructuras financieras como las que usan los narcotraficantes o quienes se dedican al lavado de dinero.

Los pagos ilícitos continuaron durante años después de que Alemania prohibiera el soborno de funcionarios extranjeros en 1999 y, sobre todo, después de que la Siemens se incorporó a la bolsa de valores de Nueva York en el 2001, hecho que terminó por delatarla para confirmar aquello de que “no existe el crimen perfecto”.

Y fue así como en vez de contar el dinero mal habido en sus oficinas, la firma los colocaba en cuentas especiales, bien alejadas de los libros contables.

La Siemens gastó cerca de US$ 805 millones en sobornar funcionarios extranjeros durante los seis años posteriores a la entrada de la compañía en la bolsa de Nueva York.

Según Peter Eigen, fundador de Transparencia Internacional, la generalidad de las compañías que operan en el mercado internacional sabían que tanto Alemania como la mayoría de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) permitían el soborno y hasta lo subsidiaban.

Todo ello produjo el fenómeno de la investigación estricta a las grandes compañías europeas y norteamericanas, otrora intocables por el “prestigio, pulcritud y transparencia en sus negocios”.

Y es así que hoy cerca de 30 de las mayores firmas de Alemania y Francia están siendo investigadas o acusadas por sobornar funcionarios extranjeros.

Alemania ha ido mejorando poco a poco su posición en el “índice de pagadores de sobornos” de Transparencia Internacional.

Pero el caso Siemens puso al descubierto la falacia que los países del primer mundo se encargaron de “exportar” desde tiempos inmemoriales: que los grandes actos de corrupción eran “productos de marca sudaca-latina”.

Ahora es cuestión de pasar la factura a quienes nos expoliaron por décadas con sobrefacturaciones perpetradas por medio de la aviesa manipulación de licitaciones y contratos públicos que nos imponían la compra de productos fabricados en poderosos países del primer mundo.

Sin dudas, es una obligación de los nuevos gobiernos de la región reclamar un justo resarcimiento por daño y delito de tal porte.

MADOFF Y EL MUNDO DE PAPEL

Publicado en el Diario Útima Hora el 17 de enero de 2009

Con la tecnología de la información y de las comunicaciones los ahorros, basados en la confianza, se han convertido en simples papeles negociables quien sabe dónde y por quien

Existió una vez un mundo donde los pescadores, en lugar de comerse todos los días los peces que capturaban, guardaban algunos para comérselos mientras construían canoas y redes.

Los actos de ahorro e inversión eran realizados por la misma persona, de manera simultánea.

En aquel mundo también existían quiebras, pero éstas se originaban en errores de cálculo o mala administración de recursos, más no por fraudes cometidos aprovechándose de las oportunidades que brinda la intermediación financiera.

Pero los negocios del mundo crecieron y los pescadores se compraron más canoas y redes, multiplicando sus ganancias hasta que construyeron su propio puerto así como embarcaciones de gran porte.

Y ya no podían abarcar todo, entonces surgió el intermediario, aquella persona de confianza que utilizaba su tiempo en encontrar colocación a tanto dinero acumulado, de modo a que sus dueños obtengan mayores beneficios.

Así apareció el “negocio” de la intermediación que permitió concentrar recursos de los ahorristas -seres humanos que muchas veces tenían más dinero que ideas- en manos de los empresarios.

Hasta llegar al siglo XX que con la tecnología de la información y de las comunicaciones ha convertido aquellos ahorros, basados en la confianza, en simples papeles negociables quien sabe dónde y por quien.

Dicho con otras palabras, hoy el típico ahorrista compra papeles, que solo Dios sabe que representan, con cuyos fondos alguien hace algo o por lo menos se presume que lo hace.

Y el ahorrista termina por confiar cuando mira: al etiquetado ejecutivo que recibe sus fondos, la pinta que tienen las oficinas donde llevó dichos fondos, la calificadora de riesgos que le otorgó el sello de seguridad y las publicidades mentirosas pero excelentemente montadas a través de Agencias de primer nivel en materia de venta de imagen.

Así surgió Bernard Madoff, corredor de bolsa de Wall Street, respetado inversionista, que acabó por declararse responsable de uno de los más escandalosos fraudes financieros de la historia que ha sobrepasado los 50 mil millones de dólares.

Este personaje, que durante los años sesenta había sido socorrista playero, inició su andadura en las finanzas reuniendo ahorros de colegas, amigos y familiares en el entorno de los judíos más ricos de los suburbios estadounidenses de Long Island, Palm Beach, Florida y Manhattan, bajo la promesa de un rendimiento moderado, continuo y seguro.

Madoff cubría cualquier posible retirada de fondos a través de la estafa piramidal, echando mano del dinero de nuevos inversores.

“Nunca creímos que nos haría esto, era uno de los nuestros”, se escuchó murmurar a un connotado miembro del Palm Beach Country Club.

El sonado caso Madoff es una seria razón de Estado para los norteamericanos y sobre todo para el Gobierno de Barack Obama.

Y esto es así porque nadie puede creer aún que una sola persona haya podido por sí sola cometer semejante estafa de este calibre y duración.

Sin dudas, Bernard Madoff le ha asestado un golpe mucho mayor al capital financiero global a Wall Street.

Paraguay también ha tenido varios Madoff, sólo que sus golpes llegaron a afectar a la clase media en mayor medida.

Los Fermín de Alarcón, los Peirano y otros tantos foráneos confabulados con paraguayos que jugaron a banqueros representan la más firme expresión del “Madoff made in Paraguay”.

Que esta ingrata experiencia “yankilandia” nos invite a reflexionar en un año de crisis.

OBAMA Y LA "PESADILLA" BUSH

Publicado en el Diario Útima Hora el 10 de enero de 2009

El 20 de enero de 2009 los ciudadanos estadounidenses y el mundo entero celebrarán el fin de ocho años de una de las mayores pesadillas de la historia política: la presidencia de George W. Bush...

Barack Hussein Obama, asumirá el poder del país todavía más poderoso del planeta el próximo 20 de enero.

O sea, le quedan apenas diez días para “disfrutar” de la luna de miel que le produjo su victoria electoral.

Dicho con otras palabras, no tendrá tiempo para hacer uso de los tradicionales “cien días de gracia” porque la crisis financiera desatada en el último trimestre de 2008 avanza a una velocidad sin precedentes.

Y así como en la depresión de 1929, un presidente desacreditado ensaya su despedida, el electo debe hacer uso inmediato de su autoridad con decisiones que incluso le harán girar radicalmente varios capítulos de su programa de gobierno.

Es que en el cuarto trimestre de 2008 el PIB norteamericano sufrió una nueva y mayor retracción que la del período previo.

Lo que terminó por configurar un tremendo escenario de recesión para los habitantes del país del norte.

Sin dudas que Obama deberá rehacer todos sus cálculos y propuestas económicas en un arduo intento de sortear los severos limites que encontrará para evitar que la recesión se extienda más allá de 2009.

De no ser así tenderá un prematuro desgaste tan fulminante como la esperanza que supo construir.

Y si hay que definir el paquete que George W. Bush deja a su predecesor, sin el ánimo de exagerar, no puede hablarse de menos que una bomba atómica de tiempo.

Y es que la necesidad de volcar fondos públicos a la economía norteña es tan gigantesca como los límites que se derivan del daño fiscal a reparar.

Algunas de las “herencias” que recibirá el nuevo inquilino de la Casa Blanca, pueden encontrarse en:

1) Los innumerables reclamos de la gran base social, concentrada en la media, de la que más apoyo recibió Obama;

2) Unos de los indicadores más altos de desempleo que del 6 por ciento saltó al 9 por ciento luego de la recesión, sin dudas un drama social y fuente adicional de empobrecimiento del mercado interno;

3) La inflación que se triplicó en los últimos ocho años, alcanzando el 4,5 por ciento, cifra sumamente elevada para los parámetros estadounidenses;

4) Déficit en la cobertura de salud, considerando que alrededor de 46 millones de ciudadanos carecen completamente de ella, a pesar de que el gasto en dicha área ha crecido ostensiblemente.

Es así que los números rojos que dejará Bush no terminan de acumularse.

Y ello hace que la receta que ofreció Obama durante la campaña electoral ahora se haya reducido a un listado de buenas intenciones cuya viabilidad deberá ser reevaluada a partir del 20 de enero próximo.

El dilema del electo presidente norteamericano no pudo ser mejor definido por el conocido investigador del Instituto Peterson al señalar que “Obama tiene el enfoque típico de los demócratas, de aumento de los gastos, con reducción de los impuestos para la clase media y aumento para los más ricos. Pero hoy enfrentamos una grave recesión con un déficit fiscal enorme, por lo que su capacidad de acción en términos de gastos y reducción de impuestos será muy limitada” (sic).

¿Será capaz el primer afroestadounidense en llegar al poder, cuando la emoción vaya pasando y su escasa luna de miel quede en el recuerdo, de resolver esta ecuación que parece imposible?

Sólo el eco del futuro responderá.

Pero si para consuelo vale, el 20 de enero de 2009 los ciudadanos estadounidenses y el mundo entero celebrarán el fin de ocho años de una de las mayores pesadillas de la historia política: la presidencia de George W. Bush.

Aunque algunos sostengan que, así como a Castro, será la historia quien lo juzgará y lo absolverá.

LA ECONOMÍA QUE SE VIENE

Publicado en el Diario Útima Hora el 3 de enero de 2009

A partir de 2009 las finanzas globales tendrán nuevos amos y a los EEUU no le queda otra que replegarse y ceder terreno en la toma de decisiones
para compartirlas con países como China, India y Brasil...


Se fue 2008 con más sombras que luces en el concierto mundial de las naciones.

Fue un año atípico, muy cambiante y de asombros.

Tanto es así que no nos preparamos para la crisis.

Nos tomó de sorpresa.

La ceguera provocada por la lujuria del poder no permitió a la clase política dar una voz de alerta.

¡Es que se acababa la fiesta! más nadie atinó en avisarnos.

Apagaron las luces y se fueron dejándonos solos con nuestras penurias.

Ninguno tuvo el coraje de noticiar que con los últimos suspiros de 2008 también expiraba el modelo del consumismo y de la burbuja financiera.

Dicho con otras palabras, no han tenido la valentía de asumir el fin de la economía de mercado que terminó llevándose consigo las esperanzas de casi la mitad de los habitantes del mundo.

La gran mayoría bajo engaño u ocultamiento de la verdad por parte de sus gobernantes.

Su certificado de defunción lo suscribió el propio George W. Bush, el pasado 17 de diciembre de 2008, al soltar con desconsuelo algunas frases como:

“Abandoné los principios de la economía de mercado para salvar al sistema de economía de mercado… estoy desconsolado por haber tenido que hacerlo… lo hice para asegurar que la economía no se hundiera… la economía estadounidense se encuentra en una enorme recesión” (sic).

Fueron afirmaciones del todavía Presidente del país padre del extinto modelo económico.

Días antes, para ser más preciso el 15 de diciembre de 2008, Dominique Strauss-Kahn, director del FMI, preparó el camino para aminorar el impacto de las aseveraciones de Bush al sentenciar que:

“No habrá reactivación económica hasta finales de 2009 o principios de 2010 … las previsiones que el FMI publicará en enero serán probablemente peores que las anteriores … las posibilidades de una recesión global están realmente delante de nosotros … el crecimiento de las economías de los países emergentes, entre ellos China, no compensará la recesión de los países desarrollados…” (sic).

Y la estocada final estuvo a cargo de Michael Spence, Premio Nóbel de Economía 2001, galardonado junto a Joseph Stiglitz y George Akerlof, quien en declaraciones a la Revista Fortuna afirmó que “hay que re-fundar o eliminar el FMI y el Banco Mundial” (sic).

El economista aseguró que la única salida es fundar nuevas Instituciones financieras porque aquellas ya no gozan de confianza y credibilidad.

Más claro agua.

A partir de 2009 las finanzas globales tendrán nuevos amos y a los EEUU no le queda otra que replegarse y ceder terreno en la toma de decisiones para compartirlas con países como China, India y Brasil.

Esto es así porque gran parte de la solución pasa por el reconocimiento de la existencia de estos nuevos actores globales.

Y si al análisis anterior habría que sumar una realidad no menos cruel, el primer día del nuevo año el Papa Benedicto XVI, en ocasión de la Jornada Mundial de la Paz, hizo un llamado de atención a la comunidad internacional sobre el dramatismo de los datos que se refieren a la pobreza de los niños, a quienes golpean en primer lugar las situaciones de pobreza de sus familias, tras afirmar que casi la mitad de quienes viven en pobreza absoluta son niños.

Sin dudas, se ha instalado un nuevo orden mundial que debe buscar solución a la crisis generada por las equívocas reformas económicas que han acrecentado la inequidad en el mundo.

Razón más que suficiente para reconocer que los procesos de globalización se han llevado a cabo en detrimento de la sociedad civil, del medio ambiente, de la justicia y de la paz.

¿HASTA CUÁNDO?

Publicado en el Diario Útima Hora el 27 de diciembre de 2008

La paciencia se agota, la crisis no espera, asola más fuerte que nunca, los compatriotas regresan no por haber logrado las fuentes de trabajo prometidas sino porque las perdieron en el exilio económico...

Hay que mantener la esperanza en el nuevo Gobierno.

Las críticas llegan con mucha dureza, muchas injustas y otras demasiado rápidas.

Hay un síndrome de ansiedad.

La gente quiere solución ya.

Pero a medida que transcurre el tiempo se oye como un eco la pregunta ¿hasta cuando?

Luego nos embarga una duda existencial: ¿por qué con los colorados fuimos tan complacientes durante más de seis décadas y con la alternancia somos tan exigentes?

Sin embargo, visto de otra manera, si aquellos tuvieron 61 años para hacer las cosas bien y quedaron en deuda con el pueblo ¿es justo que los que ahora ostentan el poder cuenten con la misma benevolencia por el solo hecho de haber logrado la alternancia?

Y la paciencia se agota, la crisis no espera, asola más fuerte que nunca, los compatriotas regresan no por haber logrado las fuentes de trabajo prometidas sino porque las perdieron en el exilio económico.

Si por lo menos recibiéramos señales que nos indiquen que la Alianza se encuentra unida trabajando para producir los cambios que requieren los gobernados.

Pero no, la desazón cunde mientras ocurre todo lo contrario.

Los liberales aun no asumen que llegaron al poder como furgón de cola de un religioso que un 29 de marzo de 2006 convocó a la ciudadanía a levantarse contra una administración de Justicia complaciente con un presidente de la República envilecido por el poder absoluto.

Pero son Gobierno, les guste o no.

En el otro extremo la zurda aburguesada que pretende instalar un socialismo ortodoxo de la mano de Hugo Chávez Frías.

Heredero de la doctrina y del adoctrinamiento castrista, y principal interlocutor del “aggiornado” modelo dictatorial de la izquierda festiva.

En el medio de todo, Fernando Lugo sigue sin definir el rumbo ideológico y político de su Gobierno.

Y mientras coquetea con Chávez le hace un guiño al norte de la mano de Conrado Pappalardo.

Así termina el año para el sistema político paraguayo, con una democracia débil carente de calidad.

Por tanto, surge imperioso que el Gobierno aborde la re-institucionalización del país a través de un plan de acción que permita instalar políticas públicas de modo a decir ¡basta! a la acumulación de poder en función de la emergencia porque mientras haya emergencia no se podrán mejorar las instituciones y no mejorarán las instituciones porque hay emergencia.

Algo circular ¿no?

Entonces se continuarán apagando incendios y las emergencias seguirán provocando paros, huelgas, marchas, contramarchas y manifestaciones.

Luego aparecerá “papá Parlamento” con el voto irresponsable que sostiene al arcaico presupuesto público que todo lo aguanta.

Y, aunque se resuelva la ecuación coyuntural, quien “soluciona” la emergencia no necesita del diálogo.

Esta es también la lógica del populismo que se basa en la activación del conflicto social para legitimar la concentración hegemónica de poder y mientras haya conflicto habrá emergencia.

En síntesis: debe funcionar la brújula del poder político en el gobierno; debe tenderse a un orden democrático que se encuentra en la base de nuestro sistema político con la transparencia del régimen representativo y el funcionamiento autónomo y responsable de los controles republicanos.

Y debe implementarse un mecanismo de control al Parlamento porque este poder del Estado es absolutista y todo poder absoluto corrompe absolutamente.

CRISIS DE CIUDADANÍA

Publicado en el Diario Útima Hora el 20 de diciembre de 2008

En un sistema democrático, la confianza debe recaer en todos los poderes del Estado, de lo contrario, se estará frente a una democracia débil, sostenida únicamente por la figura que inspira mayor credibilidad...

A pesar de que la comunidad política observa con peligrosidad un probable aumento de la participación ciudadana en tiempos de crisis, en general, ésta es valorada como algo positivo y como condición para el desarrollo de las democracias.

Sin embargo, es importante destacar que la actual crisis económica produciría una fuerte movilización social que luego se irá diluyendo a favor de una mayor concentración de poder, cooptación de líderes y exclusión de participación republicana en el sistema político.

Así, la crisis no ampliará los márgenes de participación democrática en las decisiones públicas, sino que terminaría profundizando la confusión entre Estado y Gobierno y entre Gobierno y mando autoritario del Poder Ejecutivo con la consecuente anarquía en el Poder Legislativo.

Sin dudas que el gobierno aliancista ha heredado una elevadísima deuda social y es por eso que, a pesar de erigirse del poder luego de más de seis décadas de dominio unipartidaro, existe aún un elevado grado de desconfianza en el gobierno y poca participación de los ciudadanos que permita fortalecer la cohesión social.

Esta deuda social pone al descubierto que la población especialmente urbana presenta bajos niveles de confianza y participación ciudadana, abriendo, de esta manera, una problemática en el seno del concepto de ciudadanía.

Por eso el pueblo debe tener muy en claro que la ciudadanía se relaciona no sólo con el respeto por los derechos del ciudadano, sino también con las obligaciones de los mismos en su vida social y política.

Y como ya lo advirtió el politólogo estadounidense Joseph Nye, la confianza ciudadana en las instituciones de gobierno permite a las diferentes agencias públicas actuar con mayor libertad, y al mismo tiempo, los ciudadanos más confiados estarán más predispuestos para cumplir con sus obligaciones y participar activamente en la vida pública.

Asimismo, en el enfoque de desarrollo humano presentado por el Premio Nóbel indio Amartya Sen se destaca que la desconfianza política entraña condiciones de desigualdad al generar efectos de exclusión o formas adversas de participación en esferas relevantes de actividad.

A su vez, los bajos niveles de confianza indican la presencia de una democracia débil y la ausencia de calidad gubernamental, porque el nuevo ramillete político en el poder ha enviado poco o casi ninguna señal de cambio con respecto al derrocado poder político el pasado 20 de abril.

A simple modo de ejemplo puedo citar como más de lo mismo al tratamiento del Presupuesto 2009 así como a la modalidad para renovar la Justicia en todas sus instancias, desde la Corte Suprema hasta el ultimo Juzgado de Paz.

Y aquí resulta importante destacar que en un sistema democrático, la confianza debe recaer en todos los poderes del Estado, de lo contrario, se estará frente a una democracia débil, sostenida únicamente por la figura que inspira mayor credibilidad donde los ciudadanos pasan a ser actores esporádicos del espacio político en tiempos electorales y se vuelven “clientes” del aparato político del Estado lo que da lugar a una marcada desvalorización del voto como factor de cambio.

Y es así como el propio sistema de partidos políticos esta convulsionado por la reiterada práctica de cooptación de lealtades de todo tipo mediante el uso de recursos públicos.

Por eso deben incentivarse los espacios de participación social y política en un país actualmente amenazado por la exclusión y la inseguridad.

Y superar la crisis de ciudadanía es el mayor desafío.

JUSTICIA EN TIEMPOS DE ADVIENTO

Publicado en el Diario Útima Hora el 13 de diciembre de 2008

Juntamente con la prudencia, la fortaleza y la templanza o moderación, desde la antigüedad, la Justicia es considerada una virtud fundamental.

Virtud -de virtus, fuerza- es término equivalente a capacidad y aptitud para llevar a cabo determinadas acciones adecuadas al ser humano.

La virtud, cuyo opuesto es el vicio, se adquiere y perfecciona mediante su ejercicio serio y duradero.

Hay virtudes del entendimiento que perfeccionan a la persona en relación al conocimiento de la verdad pura o especulativa: juzgada mediante la inteligencia, razonada mediante la ciencia, y llevada hasta sus últimos fundamentos mediante la sabiduría.

Hay virtudes de la voluntad o virtudes morales, consistentes en la disposición estable y firme de seguir la razón presente como justa.

La virtud moral es la virtud en sentido estricto, y su sujeto es la voluntad libre de la persona.

Y juntamente con la prudencia, la fortaleza y la templanza o moderación, desde la antigüedad, la Justicia es considerada una virtud fundamental.

Pero ¿qué es la Justicia?

Platón, en los siglos V y IV de la era precristiana, atribuyó al presocrático Simónides de Ceos la noción fundamental de la Justicia, consistente en “dar a cada uno lo que le conviene”.

Es así que Platón induce el aprecio por el justo actuar.

Y al elaborar para sus enseñanzas sostenía que era deber de los ciudadanos “hacer cada uno lo suyo” para la “armonía del Estado”.

Años después, Aristóteles, en las lecciones de Ética a su hijo Nicómano, acorde con su filosofía de las virtudes naturales y los hábitos, denominó Justicia a la “cualidad moral que obliga a los hombres a practicar cosas justas”.

Aristóteles entendía 1o justo como lo “legal” y decía, además, que la persona era justa cuando observaba las leyes de la igualdad y la equidad.

De esta manera se configura otra nota fundamental de la Justicia: la exigibilidad de su ejercicio, por tratarse de deberes respetuosos de los derechos ajenos, no sólo fundados en una ley positiva sino en la ley moral natural que es superior a toda ley humana.

Hoy, fundados en Aristóteles y Santo Tomás, se pueden distinguir tres grandes ejercicios de la Justicia:

1) Justicia legal: lo que manda la ley que se reduce sólo a lo positivamente establecido por las leyes y busca las equilibradas o justas relaciones individuo-sociedad;

2) Justicia distributiva, que relaciona sociedad-individuo, destinada a velar porque el conjunto social haga efectivos los derechos de quienes 1o componen, y;

3) Justicia conmutativa, para normar las relaciones individuo-individuo.

De todo 1o cual resulta la implantación de la Justicia social, ordenada al bien común, garante del desarrollo auténtico y de las connivencias pacificas.

Pero la Justicia requiere de actitudes y acciones capaces de superar los posibles egoísmos.

Y aparecen los privilegios o “priva lex”, es decir, el beneficio o prerrogativa que a unos los ampara y favorece con relativa exclusión de otros, pese a alguna leve o grande lesión de la Justicia distributiva.

En fin, que todas las sociedades, hoy más que nunca, piden Justicia sin demasiados privilegios y claman por su justo equilibrio.

Por eso, quien privilegios recibió está llamado a restaurar por todos los medios la equidad, con dadivosas y cada vez más responsables entregas y dedicaciones al trabajo en beneficio de los más desamparados y desposeídos de servicio y asistencia.

Y ello es así porque la conciencia social bien cimentada debe ser prolífica y generosa de modo a dar a quien lo necesite, más de lo debido, sin esperar retorno.

En tiempos de adviento, resulta necesario recordar que este espíritu desbordante de los medidos y fríos límites de la virtud natural de la Justicia, en el lenguaje teológico del cristianismo, se llama caridad.

ALEJANDRO MAGNO Y EL PIRATA

Publicado en el Diario Útima Hora el 6 de diciembre de 2008

Ningún comportamiento ético puede surgir simplemente de la aplicación de un manual o código, pues debe provenir de una profunda convicción personal de que todo individuo merece ser respetado por el mero hecho de serlo.

Hace un tiempo me invitaron para dictar una conferencia sobre el tema de la Ética, específicamente en el ámbito de la Justicia.

A medida que preparaba la ponencia fui encontrando amplísimos ejemplos y anécdotas acerca de la ética, a la que todos nos referimos pero que en la mayoría de los casos sólo nos centramos en sus aspectos deontológicos y en los deberes específicos que asumen las instituciones.

Como se trataba de disertar ante un auditorio que trabaja para la Justicia no pude dejar de recordar la profundidad de la respuesta que un pirata caído prisionero tuvo la “osadía” de dar al célebre Alejandro Magno, cuando éste en persona le preguntó: ¿qué te parece tener el mar sometido a pillaje?, a lo que el pirata contestó “lo mismo que a ti: el tener al mundo entero; sólo que a mí, que trabajo una ruin galera, me llaman bandido y a ti por hacerlo con toda una flota, te llaman Emperador”.

Cambiemos el nombre de Alejandro por el de algunos contemporáneos y tendremos una historia actual como la de los ladrones de gallinas hacinados en las prisiones con vida infrahumana mientras vaciadores de bancos y de arcas públicas pasean orondos con el privilegio que les concede la legislada “libertad ambulatoria”.

Este pasaje de la historia antigua, que en nada cambió con la realidad actual, pone en duda tener que tirar todo el fardo por tanta corrupción e impunidad exclusivamente a la Justicia y sus agentes.

¿Y nuestra ética y valores personales?

O es que hay más de una ética.

¡No! ética hay una sola y es la que nos involucra a todos y no se trata de aquella pintarrajeada en códigos escritos con letras de molde acartonados en hilos de oro.

Y esto es así porque ningún comportamiento ético puede surgir simplemente de la aplicación de un manual o código, pues debe provenir de una profunda convicción personal de que todo individuo merece ser respetado por el mero hecho de serlo.

La ética se refiere a las normas que rigen la actividad humana desde el punto de vista de la bondad y su ámbito se centra en la capacidad o posibilidad del ser humano, para realizar un comportamiento “consciente” y “libre” pudiendo orientar su conducta hacia una meta o finalidad.

Es por eso que más allá de la casuística, la ética es principio de conciencia que se atiene a la verdad de las cosas y de las personas.

De allí que sostengo que sólo hay una ética, que pone en relación a esa persona con ella misma y con la sociedad que la rodea.

Ningún atenuante puede aceptarse en ello.

Grandes y chicos, amarillos, negros o blancos, religiosos o agnósticos tenemos las mismas facultades que nos permiten conocer y aceptar o rechazar las cosas.

Todos gozamos de una radical libertad en la que nos movemos voluntariamente aceptando el bien o rechazando el mal.

Todos somos sustancialmente responsables de nuestras acciones y de sus consecuencias.

Entonces, para recuperar al ciudadano planetario devolviéndole su valor como persona debemos necesariamente recurrir a los grandes pensadores de la filosofía universal y apelar esta vez a Aristóteles.

Este filósofo griego nacido en el entonces reino de Macedonia, definía la moralidad como un recto actuar y señalaba que un hombre ético, es el que actúa conforme al bien no en un afán de placer o porque sea útil, sino porque el bien en sí lo merece.

Y sobre la ética, a su padre, Nicómaco, le recordaba que era la parte de la filosofía que no se estudia tanto para saberla como para practicarla.

Sin dudas, cuanta falta hace filosofar de vez en cuando para recuperar nuestra misión de humanos.