18 de mayo de 2009

CUARTELES DEL SIGLO XXI

Publicado en el Diario Útima Hora el 16 de mayo de 2009

El presidente de la República ejerce su mandato con lentitud para adoptar decisiones que requieren pronta solución así como actúa con rapidez para justificar hechos que lo deben convocar a una previa y profunda reflexión...

Se está devaluando muy rápido el capital republicano del presidente Fernando Lugo Méndez.

La inseguridad social, política y jurídica que asola al país contribuye a este deterioro. Quienes apostamos al cambio el 20 de abril de 2008 no podemos olvidar el acontecimiento del no menos histórico 29 de marzo de 2006.

¿Cuánta de aquella multitudinaria concurrencia que llegó hasta la plaza de la democracia, esperanzada en el “otro” Fernando Lugo, seguirá confiando en él?

Confiando en el Fernando Lugo que decía bajar a la arena política para unir a la oposición y luchar contra el entonces alevoso quebrantamiento de la Constitución Nacional y del Estado de Derecho.

Hoy “este” Fernando Lugo, convertido en presidente de la República, ejerce su mandato con lentitud para adoptar decisiones que requieren pronta solución así como actúa con rapidez para justificar hechos que lo deben convocar a una previa y profunda reflexión.

Es lento al no haber destituido aun a los funcionarios públicos que demostraron estar comprometidos hasta la maceta con la violación constitucional de apoderarse de la sede el Comando de Ingeniería de las FFAA para el encuentro de jóvenes “por el cambio” pero que al unísono se autodenominan socialistas del siglo XXI.

Camilo Soares y Karina Rodríguez, en un país serio, no deberían seguir ocupando cargo público alguno desde el momento que justificaron y hasta se responsabilizaron de la aviesa violación al Artículo 173 de la Constitución Nacional.

Estos jóvenes “progresistas” no pueden desconocer que por tal disposición las Fuerzas Armadas de la Nación constituye una institución nacional organizada con carácter permanente, profesional, no deliberante, obediente, subordinado a los poderes del Estado y sujeto a las disposiciones de la Constitución y de las leyes.

Tampoco deben olvidar que éstas tienen como misión custodiar la integridad territorial y defender a las autoridades legítimamente designadas.

Por tanto, sus cuarteles no están para servir a partido o a movimiento político alguno y mucho menos para que en ellos se realicen actividades políticas.

Y dicho encuentro fue político y no “pluralista” como afirma con irresponsable rapidez el presidente quien también es lento en no destituir al Director General Paraguayo de Yacyretá por haber autorizado un aporte económico para este encuentro que convocó sólo a representantes de movimientos de izquierda.

¿No era que los recursos de las Entidades Binacionales mal utilizados por el gobierno de Nicanor Duarte Frutos serían canalizados para fines institucionales por el gobierno aliancista?

Y, finalmente, Fernando Lugo es muy rápido para encontrar en el “pluralismo político” las razones que justifiquen la realización del encuentro político juvenil en una institución militar, donde él es la cabeza como Comandante en Jefe.

Esta actitud de cangrejo retorna a viejas y equivocadas prácticas discrecionales que durante seis décadas impusieron la ley de la selva ante la ley madre nacional.

Y todo hace suponer que el socialismo el Siglo XXI, a lo Paraguay, trae consigo nuevas reglas para los Cuarteles del Siglo XXI.

10 de mayo de 2009

SÓLO ¡JUSTICIA!

Publicado en el Diario Útima Hora el 9 de mayo de 2009

Ni Ley del Talión ni ventas de influencias para este facineroso ancianito... Sólo ¡Justicia!, señores del Poder Judicial, porque quizá sea ésta vuestra última oportunidad para una digna reivindicación.

Don Sabino volvió de pronto e ¿inesperadamente?

“Hombre noble, solidario y en paz con el Señor” (sic), según su amigo, el pastor hondureño, René Peñalba, quien dice lo convirtió al cristianismo.

En esta misma columna, ya había hecho un paralelismo entre Alfredo Stroessner y Augusto Pinochet, ambos dictadores fallecidos en 2006.

Decía entonces que Pinochet, a diferencia de Stroessner, fue sentado en el banquillo de los acusados antes de morir.

Chile, a diferencia de Paraguay, encontró en Baltasar Garzón la globalización de la Justicia cuyo látigo golpeó al intocable “Pinocho” en un hospital de Inglaterra.

Y desde entonces las causas judiciales por crímenes de lesa humanidad, corrupción, enriquecimiento ilícito y tráfico de influencia, se multiplicaron tanto hasta envolver al entorno familiar más íntimo del dictador trasandino.

En fin, que Pinochet pudo beber algo de su propia medicina antes de morir.

Y su clan familiar, que se benefició y disfrutó de la fortuna amasada con la sangre y el hambre del pueblo, terminó engordando las billeteras de los más encumbrados bufetes jurídicos para defender lo indefendible en un país donde la Justicia funciona.

Stroessner, sin embargo, fue al exilio dorado de la mano de su consuegro, quien lo hizo depositar como trofeo de lujo en tierras brasileras.

Contó con la protección de Itamaratí.

Murió como presidente honorario del partido colorado y hasta recibió homenaje póstumo de su Junta de Gobierno.

No ha enfrentado un solo caso judicial abierto en su contra y su familia sigue disfrutando de la inmensa fortuna mal habida producto de más de tres décadas de poder absoluto y corrupto.

Para peor, la historia del stronismo no ha sido objeto de estudio en escuelas y colegios ni ha formado parte del programa de la reforma educativa.

Por eso me cuestiono a donde conducirá este nuevo episodio con el regreso, del dorado exilio hondureño, del ministro del Interior de la dictadura más larga y sangrienta de Sudamérica.

En Paraguay, a diferencia de Chile, la Justicia y las partes se encuentran atrapadas en un callejón sin salida.

Por un lado, a pedido de las víctimas de la dictadura y del Comité de Iglesias, el Juez que entiende en la causa el jueves pasado decidió no someter a Don Sabino a una evaluación médica psiquiátrica ante el temor de ser declarado insano merced a la poderosa “aceitera” médica y de conciencias que comenzó a operar rápidamente, quizá mucho antes de su arribo al país.

Sin embargo, sin esta evaluación, Don Sabino no podrá ser convocado a declarar.

Ergo: “statu quo”.

Sin dudas estamos en Paraguay.

País que beneficia a los menos, incluido el grupo de víctimas de la dictadura que, paradójicamente, es indemnizado por quienes padecieron aquel cruel sistema y no por sus sanguinarios.

El presidente Fernando Lugo no necesita formar una Comisión para recuperar los bienes mal habidos, porque para eso está el Procurador General quien simplemente debe cumplir con su deber constitucional.

Sí de justicia es indemnizar, aún más equitativo resulta que los recursos para tal fin provengan de la recuperación de aquellos bienes robados al erario.

Y uno de sus principales ladrones es Sabino Augusto Montanaro.

O usted piensa que la fortuna amasada por este esperpento, que le sirvió para vivir durante 20 años en uno de los barrios más opulentos de la capital hondureña -aun con bastante resto- fue producto del sudor de su frente.

Ni Ley del Talión ni ventas de influencias para este facineroso ancianito... Sólo ¡Justicia!, señores del Poder Judicial, porque quizá sea ésta vuestra última oportunidad para una digna reivindicación.

2 de mayo de 2009

1 DE MAYO DE 1886

Publicado en el Diario Útima Hora el 2 de mayo de 2009

Cuando los mártires de Chicago: Spies, Parsons, Fischer y Engel, subían al cadalso un 11 de noviembre de 1887, concluía la fase más dramática de la presión de las masas asalariadas por limitar la jornada de trabajo...

En todo el mundo, el 1 de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajo.

Esta conmemoración tuvo su origen en un episodio de la historia laboral norteamericana.

La entonces Federación de Trabajadores de Estados Unidos y Canadá, en 1884, convocó a una Convención para luchar contra la explotación laboral.

En aquella época las condiciones de vida de los trabajadores en Europa y los EE.UU. no podían ser peores: la jornada laboral diaria oscilaba entre 10 y 16 horas, donde para miles de hombres y mujeres se iniciaba a las 4 de la madrugada y terminaba a las 8 de la noche; el salario era escaso y sólo permitía ir malviviendo mientras había un puesto de trabajo en la Industria; en caso de cierre de la empresa, el destino para las familias obreras era el paro o la emigración; sus hijos trabajaban desde los 6 años y las mujeres laboraban a la noche para completar el salario familiar.

La miseria y la explotación eran un lugar común entre las clases trabajadoras.

Con este escenario la Federación declaró que la jornada de ocho horas entraría en vigencia el 1 de mayo de 1886.

Tal decisión provocó la ira y reacción de poderosos líderes comerciales que financiaron a las fuerzas represoras policíacas y a la guardia nacional la compra de equipos y armas para contrarrestar a los trabajadores.

Y fue Chicago el centro principal de la agitación.

Así se llegó al 1 de mayo de 1886, cuando Albert Parsons, líder de la organización laboral “Caballeros del Trabajo de Chicago”, dirigió una manifestación de 80 mil trabajadores solicitando la reducción del horario laboral a ocho horas diarias.

Se había iniciado una verdadera “revolución” por el nivel de convocatoria que logró Parsons que convenció a sumarse al movimiento a los anarquistas y radicales políticos.

Fue el comienzo de la dura y sangrienta batalla.

En Chicago los sucesos tomaron rápidamente un sesgo violento, que culminó el 4 de mayo con la masacre de la plaza Haymarket y el posterior juicio amañado contra los dirigentes anarquistas y socialistas.

Año y medio después de la gran huelga por las 8 horas, el 11 de noviembre de 1887, se consumó el crimen legal cuando fueron ahorcados en la cárcel de Chicago los dirigentes anarquistas y socialistas August Spies, Albert Parsons, Adolf Fischer y George Engel, mientras que Louis Lingg, se había suicidado el día anterior.

La pena para Samuel Fielden y Michael Schwab fue conmutada por la de cadena perpetua y Oscar W. Neebe fue condenado a quince años de trabajos forzados.

El proceso había estremecido a lo largo y a lo ancho de los EEUU y la injusta condena, sin probárseles ningún cargo, conmovió al mundo.

Cuando los mártires de Chicago: Spies, Parsons, Fischer y Engel, subían al cadalso un 11 de noviembre de 1887, concluía la fase más dramática de la presión de las masas asalariadas por limitar la jornada de trabajo.

Pero, lamentablemente, esta lucha y su historia, que duró décadas, ha sido olvidada, ocultada o limpiada de todo contenido social, hasta el punto de transformar el 1 de mayo, en muchos países, en mero día “festivo” o en un día franco más.