10 de mayo de 2009

SÓLO ¡JUSTICIA!

Publicado en el Diario Útima Hora el 9 de mayo de 2009

Ni Ley del Talión ni ventas de influencias para este facineroso ancianito... Sólo ¡Justicia!, señores del Poder Judicial, porque quizá sea ésta vuestra última oportunidad para una digna reivindicación.

Don Sabino volvió de pronto e ¿inesperadamente?

“Hombre noble, solidario y en paz con el Señor” (sic), según su amigo, el pastor hondureño, René Peñalba, quien dice lo convirtió al cristianismo.

En esta misma columna, ya había hecho un paralelismo entre Alfredo Stroessner y Augusto Pinochet, ambos dictadores fallecidos en 2006.

Decía entonces que Pinochet, a diferencia de Stroessner, fue sentado en el banquillo de los acusados antes de morir.

Chile, a diferencia de Paraguay, encontró en Baltasar Garzón la globalización de la Justicia cuyo látigo golpeó al intocable “Pinocho” en un hospital de Inglaterra.

Y desde entonces las causas judiciales por crímenes de lesa humanidad, corrupción, enriquecimiento ilícito y tráfico de influencia, se multiplicaron tanto hasta envolver al entorno familiar más íntimo del dictador trasandino.

En fin, que Pinochet pudo beber algo de su propia medicina antes de morir.

Y su clan familiar, que se benefició y disfrutó de la fortuna amasada con la sangre y el hambre del pueblo, terminó engordando las billeteras de los más encumbrados bufetes jurídicos para defender lo indefendible en un país donde la Justicia funciona.

Stroessner, sin embargo, fue al exilio dorado de la mano de su consuegro, quien lo hizo depositar como trofeo de lujo en tierras brasileras.

Contó con la protección de Itamaratí.

Murió como presidente honorario del partido colorado y hasta recibió homenaje póstumo de su Junta de Gobierno.

No ha enfrentado un solo caso judicial abierto en su contra y su familia sigue disfrutando de la inmensa fortuna mal habida producto de más de tres décadas de poder absoluto y corrupto.

Para peor, la historia del stronismo no ha sido objeto de estudio en escuelas y colegios ni ha formado parte del programa de la reforma educativa.

Por eso me cuestiono a donde conducirá este nuevo episodio con el regreso, del dorado exilio hondureño, del ministro del Interior de la dictadura más larga y sangrienta de Sudamérica.

En Paraguay, a diferencia de Chile, la Justicia y las partes se encuentran atrapadas en un callejón sin salida.

Por un lado, a pedido de las víctimas de la dictadura y del Comité de Iglesias, el Juez que entiende en la causa el jueves pasado decidió no someter a Don Sabino a una evaluación médica psiquiátrica ante el temor de ser declarado insano merced a la poderosa “aceitera” médica y de conciencias que comenzó a operar rápidamente, quizá mucho antes de su arribo al país.

Sin embargo, sin esta evaluación, Don Sabino no podrá ser convocado a declarar.

Ergo: “statu quo”.

Sin dudas estamos en Paraguay.

País que beneficia a los menos, incluido el grupo de víctimas de la dictadura que, paradójicamente, es indemnizado por quienes padecieron aquel cruel sistema y no por sus sanguinarios.

El presidente Fernando Lugo no necesita formar una Comisión para recuperar los bienes mal habidos, porque para eso está el Procurador General quien simplemente debe cumplir con su deber constitucional.

Sí de justicia es indemnizar, aún más equitativo resulta que los recursos para tal fin provengan de la recuperación de aquellos bienes robados al erario.

Y uno de sus principales ladrones es Sabino Augusto Montanaro.

O usted piensa que la fortuna amasada por este esperpento, que le sirvió para vivir durante 20 años en uno de los barrios más opulentos de la capital hondureña -aun con bastante resto- fue producto del sudor de su frente.

Ni Ley del Talión ni ventas de influencias para este facineroso ancianito... Sólo ¡Justicia!, señores del Poder Judicial, porque quizá sea ésta vuestra última oportunidad para una digna reivindicación.

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