27 de abril de 2009

DOBLE MORAL

Publicado en el Diario Útima Hora el 25 de abril de 2009

El tema Lugo golpea más fuerte a un país con una población que en su mayoría profesa la religión católica...

Aunque la doble moral, por lo general, es una práctica que se condena, en la realidad cotidiana es muy común su empleo.

Los esfuerzos para defender una situación en la que se alegue la existencia de una doble moral terminan negando que esta se esté aplicando, o bien, se intenta acabar con la discusión dando una buena razón para el trato diferente.

Y el mejor ejemplo para demostrar lo anterior me llegó al momento de redactar esta nota con la información acerca del pedido de perdón de Fernando Lugo por el escándalo de paternidad, alegando “mi versión será siempre la verdad” (sic) ¿?

Tras pedir perdón aclaró que es un ser humano y prometió responder a todas las demandas de filiación ante la Justicia ¿?

Pero, ¿que sentido tiene cuando el engaño está consumado y no existe marcha atrás?

Y es que Lugo engañó a millones de paraguayos fieles a la religión católica al presentarse en campaña electorera como un ex religioso y, por supuesto, hombre de Iglesia, recto, impoluto, defensor de los intereses sociales y de los más desposeídos.

Aprovechándose de la crisis de liderazgo, ocultó “la verdad” que hoy, acorralado, dice será su bastión de defensa.

¿Cuantos no le hubieran votado, de haberse sabido, antes del 20 de abril de 2008, que violó las estrictas reglas del celibato que le imponían el ejercicio del ministerio sacerdotal siendo Obispo?

Si bien no es cuestión de hacer futurología, el actual presidente de la República, salpicado con demandas de filiación, ocultó con fines políticos “la verdad”.

Entonces ¿como creerle cuando dice que su versión será siempre “la verdad”?

Esta doble moral es injusta porque viola la imparcialidad como principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin favoritismo alguno.

Ahora bien, resulta pertinente dejar en claro que el “affaire” Lugo, desde la perspectiva de la Iglesia Católica, es aún mas grave y no debe opacar aquellos casos no relacionados con la religión, que constituyen también hechos tipificados como de doble moral.

Pero, sin dudas, el tema Lugo golpea más fuerte a un país con una población que en su mayoría profesa la religión católica.

Por eso, resulta pertinente, remitirnos a las afirmaciones de Mary Gail Frawley-O’Dea, psicóloga clínica y única profesional de la salud mental que dirigió la Conferencia Americana de Obispos Católicos, durante su trascendental reunión de Dallas en 2002, en la que se trató la crisis del abuso sexual, siendo una de las médicas que habló acerca del abuso sexual durante la Conferencia de la Supremacía de los Hombres.

En su obra, “La Perversión del Poder”, Frawley-O’Dea, plantea historias oscuras que se suceden en el seno de la Iglesia católica al tiempo de cuestionarse si habrá llegado el momento de que esta institución religiosa realice cambios profundos que le permitan recuperar un liderazgo espiritual tan erosionado en tiempos recientes.

Y, por supuesto, temas como el celibato y la manera como se comunica con sus fieles son examinados a fondo por la autora, a la luz de los hechos escandalosos que cada vez con mayor frecuencia se filtran a la opinión pública.

Y si bien es cierto que en el catolicismo el centro de atención debe de ser en todo momento Cristo mismo, sin embargo en cada individuo y en la iglesia como comunidad; no se puede negar que el sacerdote, cualquiera fuere su jerarquía eclesial, se convierte en el punto de atención del público ya que es observado en y fuera del pulpito.

A su vez, esto lo hace figura publica sujeta a críticas o comentarios.

Y ello es así porque es observado como fuente del saber superior y espejo de los fieles que lo siguen como buen pastor.

21 de abril de 2009

NOSTRADAMUS Y EL APOCALIPSIS FINANCIERO

Publicado en el Diario Útima Hora el 18 de abril de 2009

¿Será que los amos del mundo global permitirán se investigue a fondo la mayor estafa económica y financiera desde 1929 en la que pueden verse involucrados los más altos exponentes de gobiernos del G-7?

Días calurosos como el de los veranos tropicales acontecieron en el último trimestre de 1999.

Los paraguayos sufríamos una de las temperaturas más altas registradas hasta entonces.

Pero mayores calores sentían los ejecutivos de las grandes empresas financieras y multinacionales, aunque la temperatura en sus confortables oficinas eran amainadas por la climatización que no permitía quitarte tan siquiera la chaqueta para no sufrir un golpe de frío que provoque una gripe de verano.

Sin embargo, aquellos sudaban y sufrían, a pesar del ambiente climatizado, a causa de las altas temperaturas virtuales, como virtuales se presentaban las amenazas del “Apocalipsis informático” en ciernes.

Los informáticos iban y venían, no daban abasto, facturaban fortunas, incluso más que las ventas de las “Profecías de Nostradamus” sobre el fin del mundo.

Sólo que esta vez se trataba del fin del mundo económico y financiero.

A media noche del 31 de diciembre de 1999 se paralizó la hora oficial.

Todos estaban expectantes.

Y no era para menos, se había vendido la idea que todos los sistemas informáticos colapsarían dada las 00:00 del fatídico último día del año del siglo anterior.

Contrataciones multimillonarias de Consultoras en sistemas de información, producidas meses antes, finalmente terminaron por confirmar simplemente el viejo dicho “mas vale prevenir que lamentar”.

Solo que el lamento costó muy caro y hoy ante la crisis financiera mundial hasta me suena a engaño.

Sí ¡a engaño en el sucio juego de los negocios!

Y es que ¿no será que lo que preparaban los banqueros y especuladores inescrupulosos de las bolsas de valores, en complicidad con las empresas y consultoras en sistemas de información, con el “chaque al milenio”, no era una mega estafa que convirtiera el dinero de inversionistas de buena fe en papeles y activos tóxicos?

Y esta duda me estremece porque no tardaron más de un par de años para el primer golpe con la quiebra fraudulenta del emporio norteamericano Enron Corporation, una empresa de energía con sede en Houston, Texas, que empleaba cerca de 21 mil personas hacia mediados de 2001.

A esta le siguió WorldCom, una empresa muy importante de telecomunicaciones localizada en Estados Unidos que en julio de 2002 se declaró en quiebra, y, por citar otro caso emblemático, Parmalat SpA, una compañía italiana de lácteos y alimentación que alcanzó el liderazgo mundial en la producción de leche UHT, que casi desaparece completamente debido a acusaciones financieras contra su fundador, Calisto Tanzi, en diciembre de 2003.

Es en este contexto en el cual deben entenderse e interpretarse los cuestionamientos del presidente Lugo en Venezuela cuando se preguntó en la reunión de ALBA si los responsables de la crisis económica mundial terminarán sin responder por los estragos causados.

¿Será que los amos del mundo global permitirán se investigue a fondo la mayor estafa económica y financiera desde 1929 en la que pueden verse involucrados los más altos exponentes de gobiernos del G-7?

Si como duda sirve, Enron Corporation fue una de las mayores donantes a la campaña para la primera presidencia de George W. Bush.

UNIVERSIDAD Y HUMANISMO

Publicado en el Diario Útima Hora el 11 de abril de 2009

La universidad necesita de un profundo debate acerca de su misión actual así como del compromiso social que le corresponde asumir con su medio y con su tiempo...

La mayor crisis financiera desde 1929 tiene una causa directa en las aulas universitarias.

De ellas egresaron, en su mayoría, quienes provocaron la crisis haciendo mal uso de la formación y el saber recibidos.

¿Dónde están nuestras universidades en este nuevo escenario mundial?

¿No deben ser las iluminadoras del camino por el que transitará la juventud a través de la verdad y la sabiduría?

Su lema debería ser: “Universidad por un nuevo humanismo”.

Ello supone renovar su cuadro, directivo y docente, impregnándolo de vocación y misión de “diaconía de la verdad”.

La comunidad universitaria debe ser portadora de esperanza para la vida de la sociedad.

Sus miembros deben encarnar la sabiduría ante las nuevas realidades del mundo global.

De ahí la importancia de un nuevo humanismo para renovar la vida de la universidad.

Ello pasa por la santidad de la vida intelectual y universitaria.

Dicho con otras palabras: si la santificación, como finalidad de la vida, ha logrado entrar a las aulas, a los laboratorios, a las bibliotecas y a los currícula, o ha permanecido más bien en los patios y en las actividades extraprogramáticas.

La gran tentación de la universidad, en esta época, es orientar la búsqueda de su saber, por el prestigio, la utilidad y la recompensa social, sacrificando en ella la verdad.

¿Puede haber una corrupción mayor que la intelectual, que llama bien al mal y que aprisiona la verdad en la injusticia?

Es preciso reconocer que vivimos hoy un ambiente intelectual enrarecido y que el nihilismo ha penetrado en la propia universidad.

Por eso la consideración instrumental, pragmática o escéptica de la verdad sólo puede florecer ahí donde se ha perdido el gusto por la vida y el gozo por la verdad.

La universidad se ha atribuido una prevalecía funcional que ha tenido como consecuencia la pérdida progresiva de su finalidad de fondo: la educativa.

Ha puesto énfasis en la preparación de profesionistas en detrimento del interés hacia las disciplinas humanísticas respecto a aquellas científico-tecnológicas.

No ha evaluado el grado de coherencia entre lo que se enseña en clase y lo que se aplica en la vida.

A su vez, el relativismo es una tentación que está muy presente en la vida universitaria y que conduce al individuo a la falta de solidaridad.

La universidad hoy, junto a su comunidad, debe revisar, críticamente, sus programas y carreras que, a menudo, se adecuan a los requerimientos del mercado, minimalista y pragmático.

Al respecto, ¿en cuantas ocasiones los directivos universitarios han reflexionado al modificar planes curriculares?

O ¿tan solo se remitieron a pensar en el mercado deshumanizado y pragmático?

La universidad necesita de un profundo debate acerca de su misión actual así como del compromiso social que le corresponde asumir con su medio y con su tiempo.

Entonces, surge determinante develar los muchos silencios de la universidad respecto de sí misma y de las relaciones que entabla.

Ello supone definir el compromiso que debería desplegar, descubrir la responsabilidad que tiene y asumirla.

Esto equivale a sentirse obligada seriamente a cumplir un contrato con la sociedad.

Presume plasmar un mandato social que recupere el discurso crítico ensamblado en una ética de la acción que irradie en la propia formación subjetiva de la persona y aliente las condiciones prácticas de transformación social.

Es necesario que desde el centro universal del saber se recuperen los valores perdidos por la humanidad a causa de la globalización y el consumismo.

SEMANA DE REFLEXIÓN

Publicado en el Diario Útima Hora el 4 de abril de 2009

Lo que hace y quiere la mayoría suele ser más bien contrario al verdadero bien porque la muchedumbre busca principalmente su conveniencia o placer...

Para los católicos la Semana Santa es el momento litúrgico más intenso.

Sin embargo, ha venido convirtiéndose en una ocasión de descanso y diversión, olvidando lo esencial: la reflexión.

Es un llamado a recapacitar sobre la conciencia, la moral y la ética.

Deliberar sobre la conciencia importa examinar que quien sólo debe responder a su conciencia es más libre y capaz de alcanzar el éxito personal, que aquel que depende de la voluntad de terceros.

Este principio, inobjetable desde el punto de vista empírico, también lo es desde el punto de vista de la razón pura.

Por otra parte, algunos creen que la conciencia personal, en el estado en que se encuentre, es un principio absoluto del bien obrar.

Dicho con otras palabras: si lo hago en conciencia, obro bien, sin embargo actuar con moralidad, significa hacerlo en forma racional, de acuerdo a los criterios objetivos del bien, universalmente entendidos por los hombres lúcidos: maestros, sabios o santos.

Y es en la conciencia de ellos y no necesariamente en la nuestra, donde encontramos las pautas orientadoras del bien actuar.

A su vez, la filosofía moral nos enseña que la conciencia no se da espontáneamente, sino que se forma y se configura en una referencia constante a la ley natural y también, aunque en menor grado, a través de las leyes positivas.

Es así que mientras la ley natural es el gran principio ordenador de la conducta buena de las personas, las leyes positivas que se van perfeccionando en el tiempo sirven como pequeñas luces orientadoras, solamente válidas si no están en discrepancia con el precepto natural, también conocido como ley de la racionalidad plena.

Ello supone que el bien y el mal no nos pertenecen, porque nosotros nos ponemos en camino hacia lo correcto o incorrecto con toda nuestra libertad, inteligencia y voluntad, previamente informadas por el sentido común.

Para los relativistas, la ley natural no existe sino en la mente de los autores de moral, llegando a enunciar como único criterio del bien y el mal, el que cada cual se auto propone como tal.

Si fuera así, existirán tantas éticas como personas y tantos bienes y males como pareceres hubiera en la humanidad.

Desgraciadamente, esto está pasando hoy.

Los hombres crean los códigos, o normas deontológicas, cuando la gente se porta mal pero cuando se porta bien no es necesario establecer por escrito lo que se sabe y practica de memoria.

Sin embargo, a veces es necesario establecer reglas para delimitar responsabilidades e intereses distintos.

Buena señal por una parte y no tan buena por otra.

Buena, porque significa que la conciencia general se despierta ante el incumplimiento de lo que debieran ser normas impresas en los individuos.

Pero no tan buena, puesto que la presencia de normas escritas y sanciones implica una imposición a la libertad y voluntad que configuran por sí mismas la esencia misma de lo ético.

Y cuando se delega en lo escrito el deber personal, se expone al hombre a dejar de pensar por sí mismo y descansar su propia conciencia en la del legislador.

Quien actúa éticamente es, ante todo, libre, consciente, capaz de gobernarse a sí mismo no sólo en público, sino también en privado.

Es él y no la norma escrita, quién decide la diferencia entre regalo, soborno y coima, entre afecto y presión, entre gratuidad y obligación.

Ya Séneca, el gran moralista romano, decía “lo que hace y quiere la mayoría suele ser más bien contrario al verdadero bien. Porque la muchedumbre busca principalmente su conveniencia o placer”.

Por eso la ética no es patrimonio de las mayorías sino el esfuerzo de las minorías.

PRENSA, PALABRA Y VERDAD

Publicado en el Diario Útima Hora el 28 de marzo de 2009

La libertad de prensa esta siempre en peligro, pues la tendencia a suprimir las opiniones distintas a las propias, es profunda e imposible de erradicar...

En el ejercicio del periodismo se maneja un arma muy poderosa: la palabra.

De ella podemos decir que encierra en sí una fuerza de expansión de mayor alcance que una destructora bomba o una mortífera granada.

Cuando los revolucionarios franceses lanzaron desde lo alto de las ruinas de la Bastilla su lema “libertad, igualdad y fraternidad”, estos tres vocablos provocaron, no solo en París, Francia y Europa, sino también en el mundo entero, una deflagración tal en las carpas de aire de la historia, que desde entonces millones de personas vivieron o murieron, por ellos o contra ellos.

Es así como en la modernidad se concede a la palabra doble potencia: la verdad y la mentira; una letal y otra vivificante.

Éstas son dos realidades contrarias pero inseparables, donde quienes las utilizan tienen la misma ocasión de engañar como la de aclarar.

Y todo depende de la recta o torcida intención de quien la maneja.

Pero el poder de la palabra solo se puede desarrollar en un ambiente de libertad por lo que la libertad de prensa no es un concepto aislado.

Funciona dentro de diferentes contextos políticos que profesan ideas distintas con relación a la naturaleza del hombre, la naturaleza de la sociedad y el Estado.

Y fueron éstas ideas las que originaron distintas concepciones de lo que es la prensa misma y, por tanto, el concepto de libertad de prensa.

Luego de seguir las deliberaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), reunida la semana pasada en nuestra capital, y tras haber contrastado con las declaraciones de dos referentes importantes del gobierno de Ecuador, se confirma lo dicho en 1947 por una comisión presidida por Robert M. Hartchins, acerca de que la libertad de prensa estaba siempre en peligro, pues la tendencia a suprimir las opiniones distintas a las propias, es profunda e imposible de erradicar.

Para contextualizar mejor, miembros de la SIP señalaron en Asunción su preocupación por la forma en que ciertos gobiernos coartan a los medios de comunicación y hasta vetan periodistas, con el arma económica de la asignación discrecional de la publicidad estatal.

En Paraguay, Caritas, la radioemisora católica, es fiel ejemplo, pues en los últimos años ha logrado un importante repunte en audiencia, sin que los estudios de medición hayan logrado “convencer” pautar en la misma, a quienes deciden asignar los avisos con cargo al erario público.

Lo mismo se puede decir del gobierno argentino cuando Néstor Kirchner inició una rauda retirada de avisos pagados con fondos estatales a los medios que mantenían a periodistas como Jorge Lanata y Nelson Castro, por citar apenas dos casos emblemáticos.

Y coincidente con la reunión de la SIP en Asunción, se dio la presencia del presidente ecuatoriano Rafael Correa, a la que criticó duramente afirmando que no solo en su país sino en América Latina la “prensa es corrupta y mediocre, que cumple un rol político”.

A su vez, en la misma línea, su ministro de Coordinación Política, Ricardo Patiño Aroca, declaró en febrero pasado a la prensa colombiana que “la gran prensa, es hoy el mayor partido político de oposición en Ecuador”.

Después de estas reflexiones, se pueden obtener algunas conclusiones:

1) La libertad de prensa necesita protección;

2) El derecho a la libertad de prensa no es incondicional, y

3) Quienes ejercen el periodismo deben hacer un acto de compromiso con la palabra y la verdad.

16 de abril de 2009

EDUCACIÓN... ¿SUPERIOR?

Publicado en el Diario Útima Hora el 21 de marzo de 2009

En la era del conocimiento, de las nuevas tecnologías y de la información, la responsabilidad social de la educación superior adquiere dimensiones todavía inéditas...

La educación es la llave para todo, tanto para el bien como para el mal.

Cumple una función moral y es un patrimonio público no transable.

Su auge o decadencia se hace notar por la forma de actuar de las personas que han pasado por sus diferentes ciclos.

En lo que respecta a la educación superior, ésta ha venido recibiendo últimamente muchas críticas, fundamentalmente por la apertura indiscriminada de universidades donde la injerencia del poder político es la principal causante.

Les invito a echar una mirada al mundo para volver a analizar esta situación preocupante y sumamente crítica.

Durante las últimas dos décadas, la humanidad ha experimentado un proceso acelerado de cambios en las sociedades y en las instituciones.

Y esto se manifiesta en todos los ámbitos del acontecer político, económico, cultural y científico.

Cambios y transformaciones que presagian el advenimiento de una nueva era en la cual la educación, el conocimiento, las redes de comunicación y el factor humano juegan un papel protagónico.

Estos cambios y trasformaciones son el resultado de la interacción de varios factores que han venido gestando el proceso de reestructuración económica, una revolución tecnológica, la ampliación de la intensidad de la producción y distribución de bienes y servicios a través del ámbito internacional, entre otros.

Procesos éstos que tienen un impacto en todo el planeta, más aún en épocas de crisis, donde los mercados se achican y la competitividad prevalece para permanecer en ese nicho.

Dicho con otras palabras, son fenómenos que constituyen la tercera globalización en la historia de la humanidad.

Es así que emerge un nuevo tipo de sociedad a la cual se le ha llamado la “sociedad de la información y el conocimiento”.

Y en un nuevo contexto de integración y regionalización, en la era del conocimiento, de las nuevas tecnologías y de la información, la responsabilidad social de la educación superior adquiere dimensiones todavía inéditas.

Parafraseando a Marco Antonio Días, Director Internacional de Educación Superior de la UNESCO, podemos aseverar que se impone una urgente reforma de la educación superior que haga realidad la utopía de la construcción de sistemas de educación superior donde las instituciones se caractericen por la calidad, la pertinencia, la equidad y que su gestión de solidaridad promueva la colaboración en diferentes modalidades y formas que adelanten el progreso de la región sobre la base de un desarrollo humano sostenible.

Volviendo a nuestra realidad veamos con que nos encontramos: políticos irresponsables carentes de idoneidad que habilitan universidades como mercaditos convirtiéndolas en vulgares negocios de compra-venta de títulos; Organismos idóneos para calificar y dictaminar sobre la procedencia de la apertura de universidades que son obviados del proceso, tales como el Consejo de Universidades, el Consejo Nacional de Educación y Cultura y la Agencia Nacional de Acreditación y Evaluación; politiqueros que amparados en su rol circunstancial de parlamentarios habilitan sus propias universidades impulsando leyes con el solo objetivo de no permitir control alguno sobre las mismas.

Y paremos de ejemplificar.

Ante tan cruda realidad, urge revisar la habilitación de una treintena de universidades de las más de cuarenta cuyo funcionamiento fue autorizado al amparo de la irresponsabilidad del Poder Legislativo.

Salvo que el objetivo sea el de contar con una educación en y para lo inferior.

CULTURA POLÍTICA

Publicado en el Diario Útima Hora el 14 de marzo de 2009

La cultura depende del grupo mayoritario que, como resultado de un proceso de aculturación, la considera legítima y al organizarse políticamente resulta necesario seleccionar al grupo que habrá de proteger su existencia...

Cuando se habla de cultura generalmente se hace referencia a la cultura dominante u oficial, a las formas de comunicación, tareas y ocupaciones que le han permitido sobrevivir a las sucesivas generaciones.

En escasas palabras, entendemos por cultura la personalidad única que un pueblo ha adquirido a través de muchísimo tiempo.

Es el resultado del diario convivir y de la convivencia común de generaciones.

Por otro lado, la política, simplificando algo habitualmente enredado, trata de fenómenos de poder y se singulariza por el vehículo correspondiente entre los que mandan y los que no mandan.

Relata relaciones, ilusiones y amarguras entre los que deciden y los que no deciden en un grupo social.

Por tanto, no puede dejar de relacionarse a la cultura con los fenómenos políticos.

A su vez, la cultura resulta en una serie de interacciones, donde cada persona juega un papel, en un libreto casi predeterminado por la memoria de la civilización o sociedad de la cual forma parte.

Es así que una gran parte de la sociedad acepta o consiente a la mayoría del sistema de valores y formas de comportamiento que hacen a su cultura donde quien las rechaza se expone a la coerción y a las sanciones.

Dicho de otra manera, la cultura también trata de una serie de castigos con el propósito de conservarse a sí misma.

Sanciones que pueden ser de diversa índole: religiosas, como desprecio al que rechaza la existencia de Dios; sociales, como rechazo y falta de aprecio al que no se asea; legales, como la cárcel al que roba o le quita la vida a otro; económicas, como la de un trabajo mal pagado al que no estudia; políticas, como desprecio e intolerancia a grupos con ideas contrarias a las predominantes.

Pero, lo fundamental es que la aceptada por la mayoría de la población es la cultura oficial, bien sea por creencia o por temor.

La cultura depende del grupo mayoritario que, como resultado de un proceso de aculturación, la considera legítima y al organizarse políticamente resulta necesario seleccionar al grupo que habrá de proteger su existencia.

Es así como se llega a la política o a la cultura política.

Y aunque la política está relacionada con las sanciones o normas de conducta de una cultura donde quien sanciona o determina normas, valores o patrones de conducta es, en gran medida, el grupo político en el poder; sin embargo no debe perderse de vista que la política y el poder están íntimamente relacionados con el sistema económico y las clases sociales.

Por eso, la cultura dominante u oficial es aquella propia del sector o clase social que tiene el timón de la economía y el poder político.

Ahora bien, si el poder es la facultad de decidir cuales son las normas de conducta de una sociedad ¿quiere decir que el gobierno puede determinar la cultura del pueblo? o ¿quien lo hace es el grupo político que posee el poder?

Así las cosas, resulta interesante que cada uno de los paraguayos nos pusiéramos a pensar si nuestra cultura, en los últimos 198 años (1811-2009), esta determinada por los sucesivos gobiernos.

O si se trata de una cultura forzada o impuesta por la colonización española y, más tarde, por la guerra grande.

La respuesta no es fácil de encontrar pero lo que de por sí aparece irrefutable es la relación estrecha entre el poder y la cultura.

Un poder no abstracto porque trata de un grupo de personas con poder legal que practica su política por medio de las leyes, la Justicia y la educación, donde la influencia de los medios de comunicación resulta vital.

Y esto es así porque las normas de una cultura se convierten en leyes, son ejecutadas por el gobierno y protegidas por instituciones del poder político.

¿Será que la respuesta al infortunio que se enamoró del Paraguay, al decir de Augusto Roa Bastos, radica en el sometimiento o subordinación de la cultura al poder político?.