2 de mayo de 2009

1 DE MAYO DE 1886

Publicado en el Diario Útima Hora el 2 de mayo de 2009

Cuando los mártires de Chicago: Spies, Parsons, Fischer y Engel, subían al cadalso un 11 de noviembre de 1887, concluía la fase más dramática de la presión de las masas asalariadas por limitar la jornada de trabajo...

En todo el mundo, el 1 de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajo.

Esta conmemoración tuvo su origen en un episodio de la historia laboral norteamericana.

La entonces Federación de Trabajadores de Estados Unidos y Canadá, en 1884, convocó a una Convención para luchar contra la explotación laboral.

En aquella época las condiciones de vida de los trabajadores en Europa y los EE.UU. no podían ser peores: la jornada laboral diaria oscilaba entre 10 y 16 horas, donde para miles de hombres y mujeres se iniciaba a las 4 de la madrugada y terminaba a las 8 de la noche; el salario era escaso y sólo permitía ir malviviendo mientras había un puesto de trabajo en la Industria; en caso de cierre de la empresa, el destino para las familias obreras era el paro o la emigración; sus hijos trabajaban desde los 6 años y las mujeres laboraban a la noche para completar el salario familiar.

La miseria y la explotación eran un lugar común entre las clases trabajadoras.

Con este escenario la Federación declaró que la jornada de ocho horas entraría en vigencia el 1 de mayo de 1886.

Tal decisión provocó la ira y reacción de poderosos líderes comerciales que financiaron a las fuerzas represoras policíacas y a la guardia nacional la compra de equipos y armas para contrarrestar a los trabajadores.

Y fue Chicago el centro principal de la agitación.

Así se llegó al 1 de mayo de 1886, cuando Albert Parsons, líder de la organización laboral “Caballeros del Trabajo de Chicago”, dirigió una manifestación de 80 mil trabajadores solicitando la reducción del horario laboral a ocho horas diarias.

Se había iniciado una verdadera “revolución” por el nivel de convocatoria que logró Parsons que convenció a sumarse al movimiento a los anarquistas y radicales políticos.

Fue el comienzo de la dura y sangrienta batalla.

En Chicago los sucesos tomaron rápidamente un sesgo violento, que culminó el 4 de mayo con la masacre de la plaza Haymarket y el posterior juicio amañado contra los dirigentes anarquistas y socialistas.

Año y medio después de la gran huelga por las 8 horas, el 11 de noviembre de 1887, se consumó el crimen legal cuando fueron ahorcados en la cárcel de Chicago los dirigentes anarquistas y socialistas August Spies, Albert Parsons, Adolf Fischer y George Engel, mientras que Louis Lingg, se había suicidado el día anterior.

La pena para Samuel Fielden y Michael Schwab fue conmutada por la de cadena perpetua y Oscar W. Neebe fue condenado a quince años de trabajos forzados.

El proceso había estremecido a lo largo y a lo ancho de los EEUU y la injusta condena, sin probárseles ningún cargo, conmovió al mundo.

Cuando los mártires de Chicago: Spies, Parsons, Fischer y Engel, subían al cadalso un 11 de noviembre de 1887, concluía la fase más dramática de la presión de las masas asalariadas por limitar la jornada de trabajo.

Pero, lamentablemente, esta lucha y su historia, que duró décadas, ha sido olvidada, ocultada o limpiada de todo contenido social, hasta el punto de transformar el 1 de mayo, en muchos países, en mero día “festivo” o en un día franco más.

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