26 de septiembre de 2008

EL RALLY Y LA CULTURA

Publicado en el Diario Útima Hora el 27 de septiembre de 2008

En la pelea por si se desarrolla o no la competencia automovilística chaqueña, los intereses económicos están por encima de los valores culturales.

La palabra Cultura deriva del latín colere, que significa "cultivar". La cultura nos da vitalidad, forma nuestro espíritu y nos proporciona un sentido. Está asociada con Culto, que implica un "dedicado apego a principios y creencias". En términos de comunidad, la cultura crea compromiso y lealtad a una causa común. Y es así como se forma el espíritu comunitario que no se legisla ni se impone.

Por eso, el cambio que el pueblo paraguayo requiere para asumir los desafíos y compromisos del nuevo milenio sólo llegará a través de una revolución cultural. Los interminables conflictos de intereses donde la dialéctica cede ante los insultos, donde la discusión acerca de la realización del Rally del Chaco, en lugar de ser abordada desde la perspectiva de su utilidad deportiva frente al probable daño al ambiente y a la conservación de los valores culturales, se lo reduce a un simple intercambio de improperios llevándola al terreno de una lucha de clases o de ricos contra pobres. Y esto revela una marcada ausencia de valores culturales.

Esta carencia de argumentos responde a una déficit cultural que vuelve vacío el debate. En las últimas tres semanas la competencia automovilística ocupó más espacios en los medios que las muertes por el desabastecimiento de hospitales. De igual manera ha opacado temas centrales como el presupuesto 2009 y la tozudez del ministro Borda por incorporar nuevos impuestos en lugar de buscar otras opciones para el mejoramiento de los ingresos tributarios. Camilo Soares y Alfredo Jaeggli desplazaron de los medios la atención a temas centrales como el de los escuálidos resultados en las gestiones de nuestras autoridades ante sus pares brasileños en la búsqueda de equidad en la gestión financiera y directiva de Itaipú.

Una vez más accedimos al podio de los países más corruptos de la región. A su vez, seguimos ausentes del mapamundi de la competitividad. La Justicia continúa sometida al poder político y a aquél que maneja el país desde la sombra. En fin, que un tema baladí como el rally chaqueño relegó el tratamiento y la búsqueda de solución de problemas que requieren urgente atención si se pretende emprender un nuevo derrotero hacia la prosperidad. Entonces, urge construir una política cultural.

Ello supone no sólo abrir el debate hacia los grandes aspectos de nuestra historia, sino incluir en la agenda oficial el problema de las culturas ancestrales. Es más, pensando desde una lógica mercantilista, una de las bases para construir una economía próspera es, precisamente, la diferencia cultural. Sin embargo, nada de eso se entiende debido a que el imaginario oligárquico sigue vivo.

Se continua pensando en la cultura como algo accesorio que siempre puede ser postergado en función de la alimentación y del trabajo. No se entiende que el desarrollo no sólo depende de la dimensión material, sino que hay otra dimensión, fundamental, que tiene que ver con la identidad y la pertenencia. Ni se comprende, por último, que la economía es un espacio estrechamente vinculado a la cultura. Y es por eso que en la pelea por si se desarrolla o no la competencia automovilística chaqueña, los intereses económicos están por encima de los valores culturales.

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