10 de febrero de 2008

AUTOANÁLISIS Y LIDERAZGO


Publicado en el Diario Última Hora el 9 de febrero de 2008
Asunción, Paraguay

Las universidades enfrentan una crisis de productividad porque se las percibe costosas e ineficientes.

Juzgamiento equivocado, quizá, pero es la sensación que la sociedad tiene de ella.

Y esto es así porque se sabe lo que cuestan pero no se conoce el valor de lo que producen.

Se las mide con el patrón de lo que la sociedad gasta en ellas, si son públicas, o lo que el estudiante aporta, si son privadas, y no por lo que dan a cambio.

Y mientras no se mida el valor de la educación resultará imposible elaborar juicios formados sobre lo que se debe invertir en educación.

Asumo que recibiré críticas sobre esta posición, especialmente de aquellos actores de la academia que centralizan la problemática de la universidad en la falta de recursos.

Para contrarrestar esta concepción minimalista y extremadamente crematística la universidad no debe temer a mirarse por dentro.

Esta visión interior le permitirá analizar fríamente sus debilidades y fortalezas.

Y es aquí donde el autoanálisis surge como factor determinante dentro del proceso necesario y conveniente de reconversión de nuestra educación superior.

Y si se lo encara con eficacia sirve tanto a los objetivos internos y externos de las universidades.

A su vez, alienta al mejoramiento institucional a través del autoestudio y provee la base esencial para la evaluación.

Por tanto, es un esfuerzo intensivo que involucra a los actores de la educación superior en un proceso de autoexamen dirigido al mejoramiento institucional.

Por eso, las universidades no deben ser reacias a conocer sus puntos débiles por temor a que estos se divulguen en el entorno y deben incorporar a esta herramienta como parte integral de la gestión de planificación y evaluación permanente.

Pero su aplicación con fines de elevar la calidad requiere de liderazgo en la conducción para convencer que el cambio es el camino de la supervivencia de las universidades.

El liderazgo fuerte es el rasgo que distingue a las universidades más prestigiosas.

Estudios científicos han demostrado que aquellas universidades que han acrecentado el desempeño de los alumnos, que han cambiado las actitudes de estudiantes y maestros o que han instrumentado reformas radicales, contaron con un individuo visionario y empeñoso que mostró el camino.

El liderazgo es requisito esencial para garantizar el éxito de la reforma de la educación superior.

Desde Harvard hasta el Ejército de los EEUU, los estudiosos de las organizaciones exitosas subrayan el liderazgo porque los líderes son indispensables para las organizaciones que deben adaptarse y cambiar y las universidades no escapan a esta realidad.

Sin alguien capaz de articular una nueva misión, cualquier organización se limita a prolongar el surco en la dirección de siempre, como una criatura de hábitos. Sin líderes la educación superior seguirá haciendo exactamente lo mismo aunque la reforma se haya diseñado.

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