12 de marzo de 2008

LA UNIVERSIDAD HOY

Publicado en el Diario Última Hora en fecha 8 de marzo de 2008



La reforma educativa debe ser encarada con seriedad en el ámbito de la educación superior y en el marco de una política de Estado.

Los nuevos tiempos exigen cambios profundos en varios actores y gestores de la sociedad así como en organizaciones vinculadas íntimamente a ella. Y la universidad es la principal protagonista. Pero, para estar en consonancia y conexión con el mundo exterior al claustro tradicional, debe repensar en sí misma. Dicho con otras palabras, debe asumir su protagonismo e insertarse en este irreversible proceso de cambio social. Y esto implica, entre otros aspectos, que la academia revise en su interior la vigencia de su tarea educadora. También supone el análisis de las problemáticas que las afectan, de sus posibles soluciones y, sobre todo, de la necesidad de innovar. Un aspecto que debe abordarse en este contexto es el cómo superar la incapacidad de asumir las innovaciones tecnológicas que surgen de su propio seno sin renunciar a su identidad histórica. Y esto es así porque ella debe estar presente en la gestión de lo nuevo, debe encontrar su propia identidad institucional sin renunciar a la innovación y a los aportes que pueda realizar al progreso del conocimiento y de las ciencias. Esto se logrará desde dentro de la universidad porque sin la participación de quienes conforman su comunidad no podrá renovarse. Otra problemática a resolver es que la universidad ha dejado de lado el saber y su transmisión para someterse al cumplimiento de normativas de carácter político-económico. Y esto es así porque se ha confundido la esencia de la vida universitaria, que se refiere a la búsqueda de la verdad y su transmisión, con la política universitaria. Ello se ve reflejado en el excesivo papeleo y en la burocracia a los que se somete continuamente a sus miembros y el escaso espacio que se ha dejado para el auténtico ejercicio de la inteligencia. A su vez, no debe quedar fuera del análisis y repensar profundo de la educación terciaria, la importancia de valorar las personas que la integran. Esto supone no centrarse en lo accesorio y perder de vista lo fundamental porque la fortaleza de la universidad no procede de recursos económicos ni de apoyos políticos. Y es que su potencial radica en la capacidad que poseen sus miembros de pensar con originalidad y energía creadora. Cierto es que el fomento de tal disposición requiere de imprescindibles instrumentos materiales y de un ambiente favorable, pero nunca deben cumplir un rol priotitario. Y la formación ética y humana de los jóvenes universitarios constituye lo medular del cambio. Para que ello sea posible debe entenderse que lo que contribuye a la excelencia de las instituciones no son sus edificios, sus jardines o sus estandartes. Por el contrario, lo que las funge realmente como tales y les da la dimensión de la educación superior y para lo superior son las personas que la integran. Sin dudas que el mejoramiento de la calidad y el logro de la excelencia de los estudiantes, de su formación y la de sus docentes es lo que hace excelente a las universidades. Por esto y mucho más la reforma educativa debe ser encarada con seriedad en el ámbito de la educación superior y en el marco de una política de Estado.

0 comentarios: