24 de marzo de 2008

LA FUNCIÓN PÚBLICA




Publicado en el Diario Última Hora el 15 de marzo de 2008


Resulta impostergable para la futura conducción del país lograr la profesionalización de la función pública.

La administración pública francesa constituye un tema de interés en todo el mundo, más aún en los momentos actuales cuando el servicio público latinoamericano se encuentra en su etapa más decadente. El sistema administrativo francés ha experimentado una larga evolución histórica cuyas principales características se remontan al siglo XV pero su principal inspiración tuvo su origen en los años siguientes a la Revolución de 1789.

Si hay algo que caló profundo en la cultura pública gala fue la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano que estableció el principio de igualdad ante la ley y ante el acceso al empleo en la función pública. Y no puede restarse méritos a Napoleón quien a finales del Siglo XVIII y principios del XIX creó y organizó la función pública como servicio.

Esta escuela francesa debe ser ejemplo para todos los países cuyos gobernantes convierten al servicio público en un arma poderosa para acceder y permanecer en el poder. Además de denigrar, mal utilizar y mercar con los recursos, humanos y materiales, al servicio del Estado y solventados por el pueblo. Basta con remitirse a la denigrante manipulación con remociones y nombramientos dispuestos según el antojo o el grado de genuflexión del funcionario en desgracia, por apoyar o no a un sector o movimiento en las últimas internas del partido colorado.

Pero lo más humillante vino luego cuando debieron revertir otras designaciones para “curar” las heridas y “secuelas” como consecuencia de las referidas internas republicanas. Estos manoseos decididos desde el poder ejecutivo, en abierta represalia a la ausencia de apego político o como pago de agradecidas dádivas, deja al descubierto que trabajar en una institución pública paraguaya equivale a estar al servicio del interés partidario antes que del pueblo.

El funcionario público debe ser un servidor, un profesional ajeno y alejado de los contubernios políticos cotidianos. Y esto es así porque una de las causas principales del desprestigio de nuestras instituciones se debe a que sigue primando el prebendarismo, la afiliación política, el nepotismo y el amiguismo para ocupar cargos de responsabilidad. Sin embargo, el capital humano es la fuerza principal del éxito en las actividades administrativas y financieras de cualquier Estado. Es por eso que Paraguay exige a sus actores políticos tomar conciencia de la importancia de la despartidización de la función pública, no solo en reconocimiento de aquellos funcionarios que se esfuerzan por superarse, que hacen carrera, se profesionalizan y que con su modo de vida demuestran que trabajan con honradez.

Por ello, resulta impostergable para la futura conducción del país lograr la profesionalización de la función pública, que garantice el libre acceso a través de un examen de competencia y establezca reglas claras y transparentes de remoción. Y esto solo se podrá lograr con políticas de Estado que regulen la función pública a las que deberán subordinarse los intereses políticos partidarios.

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